El frío fue
muy intenso aquella tarde, y aventuraba a pensar, que la celebración no íba a
estar acompañada del ruido de los niños, de los suspiros de las madres, de la
mirada emocionada de las abuelas,...
pero el frío
no puede con el amor, con la fe, con la confianza,
con las
ganas de estar ante Ella, y ofrecerle lo más grande que Dios ha puesto en las
familias: sus hijos.
Como ya es
tradicional en Íllora, desde la llegada de D. José Luis, nuestro Párroco, cada
año, el día 2 de Febrero, fiesta de la Presentación del Niño Jesús en el Templo,
fiesta de la Purificación de la Virgen, de la Candelaria, se invita a acudir al
Templo Parroquial, a las madres y sus hijos del pueblo, para presentarlas al
Señor de manos de la Virgen, para bendecirlos, y para pedir la protección de la
Señora.
Poco a poco, el Templo se fué llenando del nerviosismo de los niños y niñas, de la mirada atenta de las madres, de la ilusión de mayores, de la fe de una comunidad, que en la Virgen, daba gracias a Dios, por su presencia en nuestras vidas, y por alentarnos en nuestro caminar.
Ver iluminados por la luz de
las velas, los rostros de los niños y niñas, muy atentos a cualquier detalle que
ocurría, e incluso aportando su sonrisa, su alegría, su vitalidad, fue algo
único.
D. José Luis en la homilia,
nos animó a dejarnos prender por la fe en Jesús, por el amor a la Virgen, para
ser luz de Cristo en medio de nuestros ambientes diarios.
Realmente fue una tarde
intensa, bella, que nos dejó a todos un sabor de boca muy
especial.
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